1935, cuando un fabricante de zapatos de Barakaldo y un piloto vitoriano quisieron montar una línea aérea Vitoria-Buenos Aires
Estamos tan acostumbrados a lo novedoso que ya nada nos sorprende. Hemos perdido la cuenta de las misiones a la Luna y a Marte. De la estación espacial ya ni hablamos, las idas y venidas son tan habituales que ni aparecen en las noticias. Hasta el mediático Elon Musk, CEO de Tesla, tuvo que mandar un automóvil de su empresa al espacio para conseguir publicidad por ser el primero en colocar un objeto en órbita heliocéntrica.
Pero hace un siglo todo nos sorprendía y un intento de montar una línea aérea entre Euskadi y Argentina acaparaba los medios. Eran otros tiempos y todo estaba por hacer en el mundo de la aviación.
En ese contexto no es de extrañar la noticia que apareció en los los periódicos haciéndose eco del interés de un piloto vitoriano en crear una línea aérea entre Vitoria-Gasteiz y Buenos Aires con aviones producidos en Barakaldo por un fabricante de zapatos.
El propósito del viaje
Hay que recordar que Charles Lindbergh ya había realizado el viaje sin escalas Nueva York – París en el Spirit of St. Louis en 1927, y que Ramón Franco (hermano de Francisco Franco) a bordo del Dornier Do J Plus Ultra ya había cubierto el trayecto entre Palos de la Frontera (Huelva) y Buenos Aires, vía Cabo Verde. Por tanto, una vez que ya se habían realizado vuelos transatlánticos con anterioridad, el propósito del viaje era distinto. Trataba de demostrar que se podía realizar el trayecto en un avión comercial, no modificado, ya que las aventuras anteriores se realizaron en aeroplanos diseñados específicamente para tal fin. Querían medir, por tanto, la posibilidad de establecer una línea aérea regular entre los dos continentes. O, en palabras de un periódico de la época, “Va nada más que a ver si se puede llegar”. Vamos, un «no hay huevos de…» en toda regla.
El piloto en cuestión era Jesús Martinez San Vicente, nacido en Vitoria en 1909 y marino de profesión, aunque tras cinco años embarcado decidió cambiar el mar por el aire y se tituló como piloto de aviación en Madrid en 1930. Los siguientes años los pasó realizando exhibiciones aéreas y ganando experiencia como piloto. En esa época tuvo varios incidentes que le obligaron a tomar tierra de urgencia en Lamiako, en Nanclares de Oca y en la playa de Algorta por diferentes problemas técnicos, que iban desde la pérdida de una rueda en vuelo hasta un incendio del motor, que tuvo que sofocar a 1.200 metros de altitud y planear sin motor hasta tomar tierra.
El viaje Vitoria-Gasteiz – Dakar – Buenos Aires
El avión partiría de Gasteiz y atravesando España y Marruecos aterrizaría, si no había incidencias, en la capital de Senagal, Dakar. La etapa más larga del viaje correspondía al trayecto oceánico Dakar-Natal, de 18 horas de duración y en la que el piloto tendría que luchar contra el cansancio y el miedo, ya que, dado que el avión no contaba con patines para amerizar, cualquier fallo llevaría a la aeronave a hundirse en el océano. No contaba para el recorrido con ningún tipo de piloto automático y la navegación se iba a realizar con la ayuda de un sextante y la posición de las estrellas. Toda una proeza. Caso de finalizar con éxito el viaje, su siguiente proyecto era realizar la ruta Vitoria – Nueva York.
La fábrica de zapatos y aviones de Barakaldo.
A tal efecto el intrépido aventurero alavés contó con la ayuda de una empresa de Retuerto, Barakaldo, “Vizcaína de Aviación”, fundada por el empresario José María Garay Sesumaga, quién no tenía ningún conocimiento de un sector tan complejo como el de la aviación, pero contaba con la colaboración del ingeniero francés George Sablier, con experiencia en el diseño de planeadores y aviones ligeros.
Garay Sesumaga era, a su vez, propietario de la empresa “Fabrica de Gomas Garay Sesumaga” en Barakaldo, donde fabricaba vulcanizados, gomas y cauchos, y sobre todo calzado. Fundada en 1928, en poco tiempo alcanzó la cifra de 10.000 pares de zapatos fabricados al día, ocupando a casi medio millar de trabajadores.
Parece que el dicho de zapatero a tus zapatos no iba con Garay Sesumaga y suponemos, que interesado por un sector tan innovador y que llenaba las páginas de los periódicos con las grandes gestas de osados pilotos que se lanzaban a atravesar el mar con endebles aviones construidos con madera, tela y acero, decidió meterse en él de cabeza. Y fundó la primera empresa fabricante de aviones comerciales de España. También fue uno de los empresarios implicados en la propuesta de crear el primer aeropuerto de Bizkaia, para lo cual se valoraron terrenos en Barakaldo y Lamiako.
De las instalaciones de Vizcaína de Aviación salieron los biplanos “Type 19” de 13 metros de envergadura, 5,6 metros de longitud y poco más de 100 kilogramos de peso en vacío, lo que les permitía despegar y volar con un motor de motocicleta de tan solo 18 CV fabricado por Aubier-Dunne. Parece que tan solo se llegaron a construir siete prototipos y tres aviones terminados, aunque estaba proyectado, si la empresa conseguía rentabilizar la inversión, fabricar varios cuadriplazas y biplazas, equipados con motores de hasta 180 CV y también un modelo bimotor para el ejército.
El presupuesto de fabricación del avión para el vuelo intercontinental rondaba las 300.000 pesetas pero, si el proyecto salía adelante y se demostraba la posibilidad de abrir la vía y, por tanto, de fabricar los aviones en serie, estos podían llegar a tener un coste de 50 o 60.000 pesetas (unos 60.000 € de hoy en día), con la idea, según contaba la propia empresa, de bajar si la demanda era suficiente hasta las 3.000 pesetas por unidad , que era lo que costaba una máquina de escribir (3.000 €) .
Debido al desembolso económico tan grande de la aventura se abrió una suscripción popular para recabar fondos y las tres capitales vascas aportaron dinero (Vitoria aportó 10.000 pesetas, al igual que la Diputación Alavesa), con la condición de dar a conocer Euskadi mediante un mensaje firmado por los alcaldes de Vitoria-Gasteiz, Donostia y Bilbao.
Del viaje en sí, pues podemos contar que el proyecto se estrelló antes de despegar y nada se sabe del mismo. Quizás en Garay Sesumaga no pudieron fabricar un avión capaz de realizar semejante proeza, o el dinero se acabó, quién sabe. En septiembre del año siguiente, un diario relataba que el viaje se iba a realizar, pero con un aeroplano británico en vez del fabricado en Bizkaia y partiendo de Londres, dado que era allí donde se iba a comprar el aeroplano. Y después silencio, el proyecto se lo llevó el viento.
La empresa, aunque siguió con su interés de fabricar los aviones, llegando a mostrar su modelo en diferentes eventos en 1936, tuvo que cejar en su empeño debido a la guerra civil. Durante la misma, la empresa fue militarizada y en sus instalaciones se fabricaron máscaras antigás, cartucheras y correajes para el ejército republicano. Y zapatos también, claro.
Del piloto, poco más he podido averiguar, presidente y miembro fundador del club Aero Popular Alavés, desde el mismo apostó por la construcción de un aeropuerto en Vitoria, para el cual llegaron a considerar la compra de unos terrenos en Otxandiano, proponiendo finalmente las campas de Salburua en las que actualmente se encuentra el Aeropuerto de Foronda. Falleció en 1948.
Unas cuantas curiosidades para acabar
George Sablier, el ingeniero que diseñó los aviones de Garay Sesumaga, patentó en 1957 un curioso helicóptero individual, con más pinta de salir en los dibujos animados del Inspector Gadget que de ser utilizado en la vida real.
La iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en Retuerto (Barakaldo) se construyó gracias a la aportación económica de Jesús Garay Sesumaga y en terrenos de su propiedad.
Fuentes:
Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España.
Hemeroteca Diputación Foral de Bizkaia.
Hemeroteca Diputación Foral de Gipuzkoa.
www.vueloyvela.com
www.visitbarakaldo.com
www.cinturondehierro.net