El primer automóvil de Euskadi se hizo en Vitoria y logró una medalla de oro a la innovación
Creo que es una máxima de muchas de las empresas cuyas historias he ido contando en este blog “No tengo ni idea de hacer esto, pero me voy a atrever a hacerlo”. Ignorancia, y atrevimiento mezclados en la dosis justa para hacer que una empresa de montajes industriales se aventurara a fabricar el primer coche de Euskadi, allá por 1904. Y trabajo, mucho trabajo. Ya decía Picasso, que la inspiración te encuentre trabajando.
Para esos años, principios de siglo pasado, ya se veía venir que el negocio del automóvil iba a ser clave en el desarrollo industrial. Hacía tan solo 18 años que Karl Benz había presentado el primer vehículo con motor de explosión y Henry Ford todavía no había empezado a producir sus Ford T en la cadena de montaje.
Estamos hablando de una época en la que que un “chauffeur”, como se les llamaba entonces a los conductores, obtuviese autorización para conducir era noticia de primera página en un periódico, como podemos ver en el Heraldo Alavés de 1908.
En España los pioneros de la automoción fueron el catalán Francesc Bonet, quien patentó un triciclo con motor de explosión en 1889 dedicado a uso personal y el valenciano Emilio de La Cuadra, quien fundó en Barcelona la primera fabrica de España de automóviles bajo la marca “La Cuadra” en 1899.
También en Euskadi se produjeron intentos de comenzar la fabricación de automóviles. Una empresa vitoriana dedicada a la fundición y fabricación de turbinas, grúas, hornos, calderas y todo tipo de estructuras metálicas situada en Vitoria y una de las primeras Sociedades Anónimas industriales de Álava, “Pedro Hueto y Compañía” construyó un automóvil, el primero en fabricarse en Euskadi.
El automóvil de “Pedro Hueto y Compañía” fue presentado al público en el Concurso Obrero de Vitoria realizado en agosto de 1908 con motivo de las Fiestas de la Blanca, y que contó con la presencia del Rey Alfonso XIII. En el mismo el automóvil vasco resultó agraciado con la medalla de oro por su carácter innovador.
La información sobre el automóvil en cuestión es muy escasa, apenas se sabe que llevaba un motor monocilíndrico de cuatro tiempos, probablemente importado, que le permitiría alcanzar los 60 kilómetros por hora. Y que era un cuatro plazas construido parcialmente en bronce, dada la dificultad de la empresa de trabajar el acero fundido necesario para la construcción del chasis. En el desarrollo del mismo colaboraron un ingeniero alemán de apellido Krissler y los trabajadores de “Pedro Hueto y Compañía” Eduardo Ortiz de Urbina, Alferdo Donnay y Rafael Pipaón (que aparece en la noticia anterior sobre la autorización de chauffeur como mecánico y conductor del vehículo).
El primer piloto del automóvil fue el deportista alavés Emilio Álava, quien condujo el automóvil desde Vitoria hasta las Salinas de Léniz (Leintz Gatzaga), en Gipuzkoa. Emilio Alava, quién destacó en su juventud en el ciclismo participando en numerosas carreras en España y proclamándose como campeón de Álava, participó también en las olimpiadas de Helsinki, ya con 65 años, en la modalidad de tiro olímpico. Pionero de la venta de automóviles en Euskadi pasó también a la historia por subir al Gorbea en 1924 en un automóvil Citroën 5 CV, como parte de una apuesta con el gerente de un concesionario Ford. Al año siguiente también realizaría la ascensión en el mismo vehículo a las campas de Urbia desde el monasterio de Arantzazu. Y superó el record de velocidad media en un Citroën, alcanzando los 74,50 km/hora de media en el recorrido Vitoria-Donostia (donde paró a tomar una cerveza) para finalizar en Tolosa.
Parece que lo de las apuestas y hacer cosas inverosímiles con su automóvil le gustaba a Emilio Alava, quien volvió a salir en prensa en el año 1966 por subir en el mismo vehículo las escaleras que separan la plaza de Villa Suso con la parroquia de San Miguel. Posteriormente continuó su recorrido por la zona, haciendo parada para rellenar el radiador del vehículo en un bar…¡¡con vino!!. Que se ve que era más efectivo para realizar la proeza que el agua…
Poco tiempo después de presentar el automóvil, en febrero de 1906, Pedro Hueto se quitaba la vida por la mala marcha de sus negocios, aunque la empresa continuó funcionando con nuevo nombre, “La Maquinista de Álava”. Ésta no llevó a cabo ninguna otra incursión en el sector de la automoción, continuando con la fabricación de estructuras metálicas. Suya es, entre otros trabajos, la forja metálica del quiosco de la música de Irun. La nueva gerencia no puedo mantener a flote la actividad de la misma más allá de 1910, año en el que el Heraldo de Alava anunciaba la venta de todos sus bienes y los terrenos que ocupaba y la liquidación de la compañía.
En cuanto al automóvil en sí, estuvo en funcionamiento unos cuantos años más hasta que hacia 1915 realizó su último viaje camino del desguace. Aunque su chasis se reconvirtió en un carro de transporte de pienso para los caballos de la Comandancia de la Guardia Civil de Vitoria.
La de “Pedro Hueto y Compañía” no fue la única incursión de la industria vasca en el sector de la automoción, un año después “La Maquinista Bilbaína”, presentaba su automóvil eléctrico ARDIURME y también están los casos de los Astilleros Euskalduna y CAF y los pinitos en la industria de Electrociclos de Eibar, los Gogomobil de Mungia o los curiosos TRIVER fabricados con chapa de cajas fuertes. Aventuras empresariales que fracasaron, pero en este blog queremos contar su historia para que no se olvide que hubo antes otros que, aunque no triunfaron, lo intentaron.
Fuentes:
Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España.
Hemeroteca Diputación Foral de Bizkaia.
Hemeroteca Diputación Foral de Gipuzkoa.
https://historiasdevitoriagasteiz.eu/
www.autopasion18.com